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Políticas educativas

Juan Eduardo García-Huidobro es elegido Premio Nacional de Educación 2023

El profesor y doctor en Educación y Filosofía ha sido reconocido por su aporte a este campo en los últimos 50 años, donde destacan su labor en el desarrollo de políticas públicas y por ser precursor del debate sobre la segmentación e inequidad del sistema educativo. Además, trabajó muchos años en el Ministerio de Educación. Su sello: los temas de inclusión, equidad y justicia social.

Juan Eduardo García-Huidobro, doctor en Ciencias de la Educación y Filosofía en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica (1976), y profesor emérito de la Universidad Alberto Hurtado, ha sido elegido Premio Nacional de Ciencias de la Educación 2023. Así lo anunció el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, el jueves 24 de agosto, el mismo día en que dio a conocer que el filósofo y musicólogo Gastón Soublette recibía el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2023 y el académico de la Universidad de Chile Jaime San Martín, el Premio Nacional de Ciencias Exactas 2023.

Promotor de la inclusión, la equidad y la justicia social

Ya en el año 2015, es posible encontrar declaraciones de Juan Eduardo García-Huidobro en medios de comunicación dejando claro que era un firme partidario del fin de la selección en todos los colegios, sin excepción. “Tenemos una tremenda segregación social y académica en nuestros colegios, necesitamos con urgencia más inclusión”, sostuvo en “La Segunda”.

Su mirada, que hoy podría parecer evidente, en ese entonces era vanguardista. Eran otros tiempos. Y se mantuvo férrea en el transcurso de los años: “Yo estoy claramente contra la selección; sin embargo, estoy por la definición de los proyectos educativos de los establecimientos. Y ahí hay algo que no es fácil de conciliar y que hay que hacerlo”, señaló en El Dínamo en 2021.

Y lo mismo podría decirse respecto de otros temas como, por ejemplo, la equidad y la justicia social. “Hoy, en un momento en el cual en casi todos los países de la región la escolarización ha llegado a niveles significativos y cuando casi el 90% de la población de 15 a 20 años completó, al menos, la educación primaria (UNESCO, 2004), la mayor injusticia es el no aprendizaje de los niños, niñas y jóvenes pobres, pese a estar asistiendo a la escuela. Se trata de una injusticia igualmente seria, pero mucho más difícil de percibir y de denunciar y también mucho más compleja de superar. Si los problemas de acceso a la educación pueden ser resueltos en algunos años, los problemas de aprendizaje suelen suponer el paso de más de una generación por el sistema escolar”, indicó en una presentación suya titulada “La igualdad en educación como bien democrático y de desarrollo”, que data de 2005.

Allí incluso señaló: “La inequidad en educación es un tipo especial de inequidad social”, explicando que “alguna vez se pensó, con cierta ingenuidad, que la igualdad de oportunidades en la enseñanza conduciría inevitablemente a una sociedad meritocrática, es decir, alguna vez se creyó que si una sociedad distribuía con igualdad la escuela, entonces cada niño o niña tendría una oportunidad igual de mostrar sus talentos y su disposición al esfuerzo, de manera que, en el extremo, la sociedad podría distribuir recursos y oportunidades en base al mérito” (Peña, 2004). Hoy se sabe que aún alcanzando una distribución igualitaria, sólo se lograría la repetición de la desigualdad presente en la sociedad y que, por tanto, para lograr la igualdad entre desiguales es preciso compensar el desequilibrio de partida”. 

Una trayectoria dedicada a la educación

Juan Eduardo García-Huidobro Saavedra nació en Santiago, el 14 de octubre de 1940. Además de ser doctor en Ciencias de la Educación y Filosofía en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, es licenciado en Filosofía en el Colegio Máximo San José de Buenos Aires (1963) y licenciado en Educación y profesor de Estado en Filosofía en la Universidad Católica de Valparaíso (1972). 

Profesor emérito de la Universidad Alberto Hurtado, García-Huidobro inició su labor docente en los años 60, siendo profesor en los colegios San Ignacio Alonso Ovalle (1964-1966), Liceo Alemán (1967) y Marshall (1967-1972), además de ser asesor pedagógico de la Federación de Instituciones de Educación Particular (FIDE).

En 1969 se sumó al Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE), donde contribuyó a experiencias de formación no formal, participando en procesos de educación popular, en contacto con Paulo Freire. 

En los 90 se incorporó al Ministerio de Educación, donde intervino en el diseño y dirección del Programa de las 900 Escuelas y en la Coordinación de Educación Básica del programa de Mejoramiento de la Calidad y Equidad de la Educación (MECE Básica). Además, fue Jefe de la División de Educación General (DEG) del Mineduc, dirigió la preparación del Programa de Educación y Capacitación Permanente. Los temas de calidad y equidad fueron los ejes de todos los programas ministeriales en los que participó.

Asimismo, formó parte del Consejo Asesor Editorial de la Revista de Educación por un largo período. Y mientras se desempeñaba como Jefe de la DEG del Mineduc, dio una interesante entrevista a esta publicación acerca del Plan de Formación Ciudadana, que todas las escuelas y liceos reconocidos por el Estado debían crear a partir de ese momento por ley. Oportunidad en la que destacó en rol crucial que les cabe a los establecimientos educativos en esa tarea. (Ver Revista de Educación N° 377)  

En el ámbito académico y en la formación de profesores, en los años 70 y 80 fue docente y directivo en la Universidad Católica y en el CIDE. En los 90 fundó la Facultad de Educación que integra el CIDE a la Universidad Alberto Hurtado, que se distingue por el carácter dual de la formación y la relación entre escuela y academia. Ha dirigido magíster y doctorados en universidades chilenas y extranjeras, como Lovaina, University College of Cardiff (Gales), Sherbrooke (Canadá) y San Andrés (Argentina). También realizó estudios sobre la relación entre educación, política y cultura y contribuyó a consolidar el concepto de comunidad escolar como lo entendemos hoy.

Además, presidió el Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación, formado por la Presidenta Bachelet en 2006; intervino en las comisiones ministeriales para el mejoramiento del SIMCE en 2003 y en 2014; fue consultor de reformas educativas en la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación (OEI) entre 2008 y 2012; y fue miembro del Consejo de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (2015 y 2018).

Las razones detrás de este galardón

La decisión de otorgarle el Premio Nacional de Educación fue tomada por unanimidad por el jurado, encabezado por el ministro Cataldo e integrado por Rosa Devés Alessandri, rectora de la Universidad de Chile; Elisa Araya Cortez, rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE); Ignacio Sánchez Díaz, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile; y Nolfa Ibáñez Salgado, Premio Nacional de Ciencias de la Educación 2021.

El jurado basó su decisión considerando su relevancia para la educación en Chile en los últimos 50 años, su aporte a las políticas públicas para el desarrollo de una educación más justa y equitativa, y por promover el fin de las prácticas de exclusión. También reconoció su vasta obra intelectual, su dedicación a la formación de profesores, su apoyo incondicional al diseño de políticas públicas y su participación en diversas comisiones y espacios de debate.

Jurado que otorgó el Premio Nacional de Educación 2023. De izquierda a derecha: Ignacio Sánchez Díaz, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile y representante del Consejo de Rectores; Elisa Araya Cortez, rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) y representante del Consejo de Rectores; Nolfa Ibáñez Salgado, Premio Nacional de Educación 2021; Nicolás Cataldo Astorga, ministro de Educación; Rosa Devés Alessandri, rectora de la Universidad de Chile.

Ministro Nicolás Cataldo:

“Juan Eduardo ha tenido una gran contribución en educación, desde su trayectoria en el CIDE, a fines de los 70 y principios de los 80, también durante la década de los 90 y hasta hace poco en el desarrollo de políticas públicas. También contribuyó en el Ministerio de Educación conduciendo programas y como jefe de la División de Educación General. En todos esos roles ha aportado a la profesión docente, y en el ámbito académico como decano y docente, donde realizó estudios que concluyen lo importante que es la inclusión educativa para los procesos formativos de nuestros estudiantes y para la fisonomía de un sistema educativo distinto”.

Rectora Rosa Devés:

“(Este galardón) tiene consecuencias como mensaje, es un premio que le habla al país en su conjunto. Quiero destacar especialmente el compromiso con la justicia educacional de Juan Eduardo García-Huidobro, quien ha sido una institución y también un guía para todas las iniciativas de inclusión y de equidad que estamos llevando en distintas instituciones, no solamente a nivel escolar, sino que también a nivel de la educación superior”.

Rectora Elisa Araya:

“Juan Eduardo, en su larga trayectoria, ha formado a generaciones de investigadores, de profesores, pero también nos ha puesto una pregunta muy importante, que todavía quizás no ha sido respondida, y que es cómo hacer justicia social a través de justicia educativa. Es decir, que independientemente de la cuna, del lugar donde niños y niños nazcan y pertenezcan, podamos brindarles como país una educación que les entregue herramientas para participar en la vida democrática. Creo que este es un premio largamente esperado y muy merecido”, explicó.

Rector Ignacio Sánchez:

“Me parece que queda claro en sus escritos, que los talentos están distribuidos en forma homogénea en toda la población. Y lo que falta aquí es abrir las oportunidades para que se expresen, y creo que al leer los postulados que ha presentado durante toda su trayectoria, académica y laboral, queda muy claro cuál es el mensaje. Este premio le habla al país en el sentido de desarrollar las mejores oportunidades de equidad, inclusión, diversidad e integración en nuestro sistema educativo”, señaló.

Nolfa Ibañez, Premio Nacional de Ciencias de la Educación 2021:

“Él (Juan Eduardo García-Huidobro) tiene también, al igual que yo, la experiencia personal de ser profesor de todos los niveles: estar en la escuela, en el liceo, en las políticas públicas, en la formación docente. Es un colega que sin duda ha incidido en la vida profesional e intelectual de muchas profesoras y profesores, así que también estoy muy contenta de que él sea el Premio Nacional 2023”.

La historia del Premio Nacional de Ciencias de la Educación 

El Premio Nacional de Ciencias de la Educación se rige por la Ley N° 19.169 de 1992. Existe desde 1979 y reconoce a quienes destacan por su aporte al desarrollo de la educación, en cualquiera de sus niveles, o a las ciencias de la educación. Es decir, destaca tanto el ejercicio como la generación de nuevo conocimiento en el campo. Su primer merecedor fue el profesor Roberto Munizaga Aguirre, a quien le han seguido figuras como Mabel Condemarín Grimberg (2003), Mario Leyton Soto (2009) y Beatrice Ávalos Davidson (2013).

Este premio se concede cada dos años. Quienes obtienen la distinción, reciben un diploma firmado por el ministro de Educación, además de una suma que asciende a $23 millones por una sola vez, y una pensión vitalicia mensual que equivale a 20 Unidades Tributarias Mensuales.

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