Se trata de la estrella más grande de nuestro sistema planetario. Para hacernos una idea: si el Sol fuese hueco, en su interior podría contener más de 1.300.000 planetas como la Tierra. Se le ha rendido tributo desde los inicios de la humanidad y su desaparición a causa de eclipses desataba terror en la antigüedad, a tal punto que hasta detuvo una guerra. Herodoto, el famoso historiador griego, cuenta que hace 2.500 años, cuando los pueblos se peleaban por lo que hoy es Turquía, de pronto, en medio de la batalla, todo se oscureció. Los soldados soltaron las armas y miraron al cielo; el Sol había desaparecido. Imagen: Gentileza SERC Chile.
Históricamente, en todas las latitudes del mundo, el Sol ha sido objeto de culto máximo, incluso ha sido tratado y tildado de Dios. Y no podía ser de otra manera. El Sol es la estrella principal, situada en el centro del Sistema Solar, y rige todo lo que ocurre en su interior. Pero no es una estrella cualquiera, es de tipo espectral G2 y tiene luminosidad V, lo que significa, según los astrónomos, que es una estrella del grupo de las enanas amarillas que poseen entre 0,8 y 1,2 masas solares. En su interior contiene principalmente hidrógeno y helio.
Al Sol se le calculan unos 4.500 millones de años de antigüedad y se ubica a unos 150 millones de kilómetros de nuestro planeta. Desde allí, y siempre girando sobre su eje, nos ilumina y da calor. Se trata del objeto más grande de nuestro Sistema Solar, para hacernos una idea si este fuese una estrella hueca, en su interior podría contener más de 1.300.000 planetas como la Tierra. Aunque, en cuanto a tamaño es una estrella del montón, ya que en el universo hay estrellas que pueden alcanzar hasta 100 veces su porte.
También sabemos que su luz tarda 8 minutos en llegar a nuestro planeta. Eso significa que, si algún día el Sol se apagara, nosotros nos daríamos cuenta 8 minutos después, cuando todo quedara sumido en la total oscuridad.
Esta y mucha más información está contenida en el libro “Con ustedes el Sol”, dirigido a escolares (de 10 años en adelante), que habla sobre la importancia de la estrella máxima y todas sus consecuencias para nuestro planeta, además de relatar cómo ha sido la evolución histórica y cultural que ha tenido en la sociedad humana.
Cómo se relacionaron con el Sol distintas civilizaciones a lo largo de la historia
En Mesopotamia, una planicie de 1.500 kilómetros de largo, entre los ríos Tigris y Éufrates, lo que hoy conocemos como Medio Oriente, hace 5.500 años AC aproximadamente, se asentaron por primera vez tribus humanas y dieron nacimiento a la agricultura. Aprendieron a plantar, cosechar y alimentarse por sí mismos. Luego se fueron levantando grandes ciudades y así Mesopotamia fue alojando muchas culturas, entre las cuales estaban los sumerios, los babilonios y los persas. Todos ellos adoraron al Sol entre sus dioses. Para los persas, por ejemplo, Mitra surgió del choque de dos piedras, cuya chispa había dado paso al fuego. En general, el Sol fue símbolo de fuerza y cobijo contra los peligros y males que se ocultaban en la oscuridad.
Los egipcios decían que el Ra (así lo nombraban) había nacido de un huevo, era considerado una divinidad con fuerza creadora, que viajaba en una barca por un río subterráneo y que, luego de superar los peligros de las tinieblas de ese submundo, reaparecía en el día. Muchos gobernantes (faraones) unían su nombre con el de ellos para asimilar parte de su poder.
Por su lado, los aztecas en América le llamaban Tonatiuh al dios Sol. Le ofrecían sacrificios humanos para que repusiera la sangre que había perdido en las noches “matando a la luna”. Para ellos, era tan vital el Sol que tenían que alimentarlo para asegurar la supervivencia del universo. Los aztecas eran tan avanzados en astronomía (mirar el cielo) que captaron los ciclos del Sol, la Luna, las estrellas y contaban con dos calendarios: uno ritual y uno solar, que se parece muchísimo al calendario de 365 días que usamos hoy nosotros.
Los incas del Perú, en cada territorio que conquistaban para su imperio, le erigían un templo al Sol, con sacerdotes, sacerdotisas, rebaños y campos en su honor.
Mientras que para los vikingos, pueblo nórdico, viajero y guerrero, el Sol era una diosa que andaba en una carroza tirada por caballos, escapando de un lobo que cuando la atrapaba era sustituida por su hermano, la Luna, quien a su vez arrancaba de otro lobo y entonces volvía a tomar su lugar la diosa Sol. Esta era la explicación para el día y la noche. Algunas leyendas dicen que los vikingos orientaban sus viajes marítimos con una “piedra solar”, que usaban cuando estaba nublado en el océano. Fueron excelentes conquistadores. Esa fama, según los datos, fue gracias a la usanza del Sol como guía en los mares y en los terrenos desconocidos.
Reportaje completo en: Revista de Educación N° 404.