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Felipe Lecannelier  y la salud mental  en la infancia: “La verdadera educación es para aprender a vivir con uno mismo y con los otros”

Junto con destacar que hoy es más necesario que nunca un cambio de paradigma que permita renovar el formato o los parámetros estructurales de la educación chilena para que sea más humana, menos individualista y orientada a la vida en comunidad, el doctor en Psicología, Felipe Lecannelier, asegura que hay “una especie de acervo cultural en Chile de que el buen niño es el tranquilo, el calmado, el obediente; y el mal niño es el que hace pataletas, se mueve y no hace caso. Pero los estudios indican todo lo contrario: lo más sano en un niño es que pueda llorar, moverse, que se frustre y que pueda confiar en que el adulto lo va a contener, lo va a proteger, y lo va a validar en las cosas que él siente”.

En palabras simples, ¿qué ocurre hoy con la salud mental y el bienestar emocional de los niños chilenos?

Lo que hemos encontrado en varios estudios en que nos comparamos con otros países es una crianza prohibitiva, donde hay poca tolerancia de parte de los adultos frente a las expresiones naturales de la infancia. Somos el país del “quédate tranquilo”, “anda a acostarte”, “cómete la comida”, “haz las tareas”. Chile aparece como uno de los países con las mayores tasas de castigo y prohibición, no maltratador físicamente, sino más bien enfocado en la disciplina y los límites mal entendidos. Entonces, somos muy poco tolerantes a que el niño exprese su ser, al movimiento del niño -es lo que se está diagnosticando como déficit atencional con hiperactividad-, al llanto y las pataletas. Comenzamos a criticarlos, retándolos, poniéndoles mala cara o mal tono de voz. Es una crianza con una tendencia a prohibir e inhibir aspectos que son intrínsicos en el menor.

Veamos ahora esto del lado del niño: ¿qué le pasa si llora, se mueve o no hace caso y le llega un reto? Ocurre que aprende que para vincularse contigo, para que lo cuides, para que lo quieras, tiene que ser tranquilo; que no es bueno que llore, que se mueva o haga pataletas. Eso es lo que he llamado el “Síndrome de Internalización”. Va internalizando todo ese estrés y finalmente, termina más estresado. Esto tiene consecuencias bastante negativas a corto y largo plazo, tanto en la adolescencia como en la edad adulta. Se va convirtiendo en una persona donde lo que es, lo que siente, lo que piensa, no es válido. Hay una especie de anulación del ser.

El otro problema que surge es la percepción en el niño de que “yo no puedo confiar en ti”. Si está llorando, se mueve o no hace caso y lo reto, él siente que no puede contar con los adultos. Y, por lo tanto, cuando esté viviendo un momento difícil no le va a hablar de lo que le está ocurriendo a sus papás o a sus profesores. Ese “no poder confiar en los otros” siembra las semillas de todos los problemas de salud mental, pues el niño se queda solo. Los estudios son claros: la salud mental empeora cada vez más, no solo en Chile sino en el mundo; en los niños y en los adultos. Es una gran preocupación. La gran pregunta es qué estamos haciendo frente a eso, qué tipo de crianza y de educación tenemos. Es paradójico: hemos creado un mundo, pero al final todos estamos enfermos y estresados en ese mundo que hemos creado.

Ud. afirma en uno de sus libros que hay una “epidemia” de salud mental en nuestros niños, pero ¿cómo llegó a esa drástica conclusión?

Son cuatro los estudios, con muestras de niños de 1 a 5 ó 6 años, lo que se llama infancia temprana. En el primero comparamos 24 países para averiguar cómo estaban los niños en cuanto a bienestar y salud mental y ahí Chile se ubicó en el puesto más alto respecto de todos los problemas evaluados. ¿Qué está pasando acá? nos preguntamos por  qué países que a nivel económico y de políticas públicas están 30 años más atrasados que nosotros, tienen mejor salud mental en la infancia temprana.

Después hicimos un segundo estudio con 15 países, donde Chile volvió a quedar dentro de los cinco países con la situación más grave en salud mental infantil, junto a Rumania, Irán, Lituania y Kosovo.

Luego, en otro, nos juntamos seis países para evaluar el nivel emocional de los niños y Chile alcanzó los indicadores más altos.

Un cuarto estudio, en el que participaron 14 países, evaluó salud mental, desarrollo emocional y crianza, y nuevamente Chile obtuvo los indicadores más altos de salud mental, de problemas emocionales y de una crianza tremendamente disciplinadora, controladora y prohibitiva. Que se hagan cuatro megaestudios mundiales (ver recuadro) y siempre aparezca esa tendencia significa que a nuestro país algo le pasa. Ahí surge la pregunta que me hizo un colega: “¿Qué le hacen ustedes a los niños en Chile?”

Entrevista completa en: Revista de Educación N° 403.

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