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Juan Ramón Sepúlveda Pérez, profesor y jefe técnico de Trapiales: Rugby en el corazón de La Pintana

Su trabajo ha sido vital para disminuir la agresividad y la deserción escolar en su comuna, la misma que lo vio crecer. Hace 11 años atrás, comenzó haciendo talleres de rugby en el Liceo Víctor Jara, donde hasta hoy es profesor de Educación Física. Y luego, fundó “Trapiales”, un equipo profesional que se ha consolidado en esa disciplina.

Juan Ramón Sepúlveda Pérez (37 años), quien llegó a vestir los colores de Colo-Colo en sus divisiones juveniles, en 2007 se tituló de profesor de Educación Física en la Universidad Mayor y decidió hacer una verdadera revolución en La Pintana: fundó “Trapiales”, un equipo que se ha consolidado, pero no en el fútbol, sino que en el rugby.

Lo cierto es que su trabajo ha sido vital para disminuir la agresividad y la deserción escolar en su comuna, la misma que lo vio crecer. Hace 11 años atrás, comenzó haciendo talleres de rugby en el Liceo Víctor Jara, donde hasta hoy es profesor de Educación Física. “Les enseñaba a los niños –y les enseño todavía, aunque no en modalidad de talleres- a jugar un rugby adaptado, rugby touch o tocata, porque en ningún colegio municipal hay instalaciones para jugar el rugby a nivel profesional. Para eso hay que ir a la cancha. Hemos tenido buenos logros. De hecho, de esos talleres surgieron dos seleccionados nacionales, Cristóbal Escobar y Guillermo Venegas, que hoy están en lo más alto del rugby nacional. Les cambió la vida”.

¿Qué tiene de particular el rugby touch? Básicamente, el ‘tackle’ -cuando el jugador que lleva la pelota es sostenido por uno o más oponentes y es llevado al suelo- es reemplazado por un toque con la mano en el cuerpo del rival, por lo que el contacto entre los jugadores es mínimo.

En el Liceo Víctor Jara actualmente ya saben jugar rugby touch y practican en el colegio –en instancias como clínicas de rugby e incluso a veces en las clases de Educación Física- y en la única cancha oficial de rugby de La Pintana, ubicada en el Complejo Deportivo Las Rosas. Y desde 2022 se están realizando talleres de esta disciplina en el Centro Educacional Mariano Latorre. “En ese colegio, están orientados a jóvenes de Enseñanza Media, los dirige un ex alumno mío que ahora es mi colega. Yo le hice clases desde los 13 años y ya tiene 21, es monitor de rugby y estudia kinesiología”, comenta Sepúlveda.

Pero hay que distinguir entre estos talleres deportivos y “Trapiales”, el equipo de rugby que formó en La Pintana con el apoyo de la municipalidad, aunque están íntimamente entrelazados. “Tenemos niños y jóvenes que vienen de colegios públicos al equipo de Trapiales, donde se juega rugby de competición. Van entrenando sistemáticamente y adquieren un hábito de vida (…) Muchos ven en Trapiales una instancia de desarrollo profesional. De hecho, los tres entrenadores que tengo trabajando conmigo y los monitores que se desempeñan en los colegios fueron alumnos míos, partieron desde chiquititos en el club y ahora son profesionales, de la salud o del deporte”, señala quien hoy es jefe técnico del área de rugby de Trapiales.

“La gente campeona no solamente es buena en el deporte, sino en los estudios y en el comportamiento con los demás”

“Tenemos niños y jóvenes que vienen de colegios públicos al equipo de Trapiales”, comenta Juan Ramón Sepúlveda Pérez, jefe técnico del área de rugby de este equipo. En la fotografía, un entrenamiento de la división juvenil. Fotografía: Gentileza de Cristián Soto Q., Municipalidad de La Pintana. @crsotoq.cl

¿Cómo y por qué llegó usted a jugar rugby y a formar un equipo de rugby?

Yo no conocía el rugby, no estaba en mi cabeza. Confundía el rugby con el fútbol americano. De hecho, lo único parecido que tienen es el balón, nada más. Es como comparar el tenis con el básquetbol. La diferencia es muy grande.

En mi caso, conocí el rugby en la universidad cuando estudiaba Educación Física. Estuve de paso en algunos equipos de otros sectores de Santiago, pero no pude encajar bien. Me costó mucho estar en un equipo donde pudiera ser yo, básicamente porque era una persona muy humilde. Mis papás son feriantes, siempre han trabajado en la feria y, por lo tanto, yo no tenía la capacidad de gasto que podían tener otros compañeros, no podía darme la vida que ellos podían darse. Entonces ahí se me ocurrió la idea de generar un proyecto distinto, siendo estudiante de Educación Física.

Posteriormente, una vez trabajando en la municipalidad de La Pintana, en 2007, presenté el proyecto, les gustó acá y así de a poquito comenzó a surgir el rugby en la comuna. Inicialmente, era un proyecto orientado a jóvenes adultos y adultos.

Pero hace 12 años empecé a trabajar como profesor de Educación Física en el Liceo Víctor Jara, de La Pintana, que tiene estudiantes desde prekínder a 8° básico. Y al poco andar, empecé a entusiasmarlos con esta disciplina y a formar equipos con los alumnos, empecé a contagiarles este bichito del rugby que en ese momento era un deporte totalmente desconocido para ellos.

El estilo de vida que genera este deporte a los chicos es lo más importante, tratamos de inculcarles valores como el respeto, la disciplina, la responsabilidad y el compromiso, que han sido las claves de nuestro éxito. Con estos valores hemos tratado de llegar a este y otros colegios y así, entre otras cosas, incorporar niños y jóvenes a nuestra agrupación profesional. Actualmente, Trapiales –que también cuenta en sus filas a alumnos de colegios particulares subvencionados y particulares pagados- tiene cuatro equipos. Sumando a los entrenadores, son unas120 personas. Además de la división adulta, está la juvenil (de 13 a 18 años) e infantil (de 4 a 12), y en 2016 surgió una rama femenina: “Trapiales Mailen”. Hoy es el único equipo en Chile donde el 90% de sus integrantes son menores de edad y compiten con adultas.

En 2016 surgió la rama femenina: “Trapiales Mailén”. Aquí, luego de un torneo que tuvo lugar en las canchas de la Universidad Católica (Campus San Joaquín) en 2021, después del confinamiento por la pandemia de Covid-19. Fotografía: Gentileza de Cristián Soto Q., Municipalidad de La Pintana. @crsotoq.cl

¿Cómo ha sido la relación con los padres y apoderados?

Los papás nos apoyan mucho en esto. Los colegios y el municipio también, les gusta nuestra forma de trabajo. Hemos bajado la tasa de agresividad muchísimo.

Cabe señalar que en 2022 la municipalidad de La Pintana puso en marcha el programa “Búsqueda de talentos”, dirigido por Cristóbal Escobar, quien visita los colegios municipales de La Pintana para hacer clínicas de rugby. Él anota a los niños talentosos e interesados en formar parte de “Trapiales”, básicamente está a cargo de la captación de nuevos talentos.

Las personas a veces creen que el rugby es un deporte muy agresivo.

El rugby es un deporte en el que existe una línea muy delgada entre ser violento y ser agresivo. En el juego hay que ser agresivo, que es totalmente distinto a ser violento. Entonces, teniendo en cuenta eso, trabajamos valores como los que mencionaba -el respeto, la disciplina, la responsabilidad y el compromiso- y que con la pandemia se han ido un poco perdiendo, por la individualidad y la violencia que se ha generado.

¿El rugby ayuda a evitar la deserción escolar?

Hay un dicho muy importante, me lo enseñó mi papá: “para tener un equipo campeón necesitamos gente campeona”. Y la gente campeona no solamente es buena en el deporte, sino en los estudios y en el comportamiento con los demás. Por eso, incluso les exigimos que sean buenos con sus papás. Si alguien me dice: “mi hijo me contestó mal”, nosotros conversamos con el chico. Uno como entrenador pasa a ser un poco psicólogo u orientador y creo que ese rol ha sido fundamental, sobre todo para aquellos niños a los que no les importaba nada. El rugby despierta pasiones y cuando alguien se apasiona, quiere cambiar. Entonces, nosotros les vamos exigiendo un poquito más en todo sentido, también con las notas, no se trata de que sean los mejores, pero sí que vayan a clases y se esfuercen (…) Los niños que han sido apasionados, ahora son profesionales y aportan a la comuna, de algún modo retribuyen esa enseñanza que recibieron. No podemos permitir que un niño que juegue rugby no vaya al colegio, sería totalmente contradictorio respecto de lo que nosotros estamos tratando de inculcar.

Por eso, apoyamos a jóvenes que están en el equipo y presentan riesgo de deserción escolar. Tuvimos un caso emblemático, un chico que el año pasado, con 20 años, estaba en 4º medio. Él estaba muy solo: su papá trabajaba todo el día y su mamá y su abuelita murieron. En pocas palabras: no quería terminar los estudios, todo le daba lo mismo. Él necesitaba un apoyo fuerte, alguien que le dijera: “vamos adelante, tú puedes”. Ese rol tuvo que asumirlo un poco el equipo, los amigos. Tiene muy buena amistades al estar en el equipo, chicos de la misma edad que están en la universidad. Ellos mismos le decían: “mira, yo estoy en esto”, para motivarlo a creer que hay oportunidades y que él puede acceder a eso también. Hay un jugador que, de hecho, los fines de semana lo llevaba a trabajar a la feria para que tuviera su platita también.

¿Qué pasó con ese estudiante y qué hicieron para que no abandonara los estudios?

Se creó una red desde el colegio (el Liceo Mariano Latorre): se comunicaban directamente conmigo, informando sobre el estado de notas de ese alumno, etc. Y ahí tratábamos de apretarlo un poquito.

Es un muchacho muy talentoso en el deporte, muy talentoso. Llegamos a acordar algunos compromisos con él y se fueron cumpliendo. Lo ayudamos a través de chicos que son amigos de él, que están en la universidad, que saben matemática y que lo animaron para seguir adelante. No fue una tarea fácil. Había que estar llamándolo constantemente, no solo yo, sino los amigos de él en el club (Trapiales) para saber cómo estaba o si necesitaba algo.

El Liceo Mariano Latorre también lo apoyó bastante. Finalmente, pudo egresar de 4° medio y actualmente sigue trabajando con un jugador del equipo que tiene una microempresa, en la feria a la que aludí anteriormente. Está bastante bien, contento, ahora gana su plata. Queremos motivarlo para que después pueda estudiar una carrera universitaria o técnica. 

Ud. sostuvo en una entrevista que “más que un trampolín educacional, Trapiales ha sido una familia”. ¿Podría explicar a qué se refiere?

Hay niños/as que hoy ya son adultos y han logrado tener un trabajo con el rugby, conocieron a su pareja en el rugby y tienen un hijo/a que también va al rugby. Entonces, se ha generado una especie de familia, un clan a través del deporte.

Incluso estamos pensando en presentar un proyecto para poder contar con un área techada en el sector donde entrenamos, para que los niños o jóvenes que llegan antes puedan leer, estudiar o hacer sus tareas. La idea es que allí tengan acceso a un computador con impresora y a una red wifi. En La Pintana, los padres trabajan todo el día y los niños y jóvenes pasan bastante solos en sus casas, entonces los espacios muertos de tiempo, esos son los peligrosos. Yo prefiero que lleguen más temprano a la cancha y tengan aquí un lugar seguro después del colegio. Eso es lo que queremos y quizá, darles también alguna barrita (snack) o algo así.

Por otra parte, muchos chicos y chicas ven en Trapiales una opción de desarrollo profesional, una plataforma laboral. Por ejemplo, los tres entrenadores que tengo trabajando conmigo y los monitores que están trabajando en los colegios partieron chiquititos en el club y ahora son profesionales, en el ámbito de la salud o del deporte.

Nosotros hemos tenido tan buenos profesionales que desde equipos de instituciones más grandes como la Universidad Católica, se los llevan. De hecho, U. Católica tiene dos preparadores físicos que vienen del equipo de Trapiales. También, un profesor de Educación Física que estuvo desde los 16 años con nosotros, ahora es el mejor árbitro de Chile y el primer árbitro en Chile que es profesional, o sea que es pagado.

Trapiales también ha sido un trampolín para becas universitarias, donde los chicos y chicas juegan en las universidades por el equipo de esa entidad y tienen becas de estudios. Actualmente tengo una niña con una beca en la Universidad Pontificia Universidad Católica, que forma parte del equipo femenino de la Universidad Católica. ¡Está jugando rugby ahí y aprendió con nosotros!

¿En Trapiales cuentan con entrenadores de otras comunas?

No. Lo intentamos un par de veces y no resultó, porque no tienen las mismas vivencias ni conocen las realidades de la gente de La Pintana. Quienes somos nacidos y criados acá, sabemos las dificultades que ellos experimentan día a día, lo resilientes que son, y vamos enseñándoles a partir de lo que a nosotros nos resultó y que creemos que a ellos podría funcionarles para salir adelante (…) Tenemos nuestra forma de guiarlos. A punta de gritos, ¡no! Así recibirían más violencia de la que ya tienen en sus casas o entornos. Trabajamos con harto cariño. Además, son chacoteros, desde muy chiquititos les gusta la talla a flor de piel. Desde ahí, de a poquito, todos vamos empujando hacia arriba.

“La Pintana será sede para los Rugby-Seven de los Juegos Panamericanos 2023”

Franco Hernández, del equipo de Trapiales (división infantil), en diciembre de 2022. Fotografía: Gentileza de Cristián Soto Q., Municipalidad de La Pintana. @crsotoq.cl

Gracias al impulso de Juan Sepúlveda, este año La Pintana será sede para los Rugby-Seven de los Juegos Panamericanos.

¿Qué importancia tiene esto para esa comuna?

En noviembre de 2023 vamos a ser sede de los Juegos Panamericanos y eso es tremendo. Realizarlos acá en Chile es tan importante como el Mundial de Fútbol de 1962. Van a venir los mejores atletas de América, en busca de su clasificación a los Juegos Olímpicos.

Que se juegue acá en La Pintana no es un tema menor. Hay que pensar en la visualización que se genera a nivel nacional y americano. Es una de las comunas más vulnerables de Chile y ahora la comuna estará más bonita y la gente va a estar más contenta. Esto es como cuando uno recibe visitas y quiere que la casa esté ordenada. Básicamente, en La Pintana pasa lo mismo: queremos que esté ordenada, que esté bonita, porque muchas veces la destacan por cosas no muy buenas. Gracias a las gestiones que ha hecho la alcaldesa, ha cambiado bastante ese paradigma de que todo es malo en esta comuna: se están haciendo murales preciosos, se inauguró un polideportivo de primera, se van a hacer arreglos en el estadio, etc. Se está visualizando La Pintana como un lugar para hacer eventos masivos y tiene la infraestructura para hacerlo.

Entonces, ser sede de los Juegos Panamericanos, que se jugarán en el Estadio Municipal de La Pintana, es muy importante a nivel social y en lo deportivo es increíblemente potente lo que se va a vivir. Para nosotros, como equipo de rugby, es sumamente gratificante saber que gracias a nuestro granito de arena al llevar el rugby a La Pintana, nuestra comuna será sede del rugby en los Panamericanos. Es una alegría inmensa. Esto se dio por todo el trabajo que hay detrás de Trapiales: por el equipo que tenemos, por nuestra trayectoria, por las instalaciones en que funcionamos y por el apoyo que hemos recibido.

¿Cómo han logrado posicionarse como equipo?

El respeto que nosotros nos hemos ganado en estos años se traduce en que nos reconocen, nos ven como el equipo de La Pintana que es fuerte, que es aguerrido, nos hemos ganado un lugar a punta de juego, no de lo típico que sale en la tele y mancha a toda la gente.

Creemos que el rugby es totalmente resiliente. La gente de La Pintana lo es también. Para nosotros esa definición es súper importante, es relevante entenderla porque, por ejemplo, luego del confinamiento por la pandemia por Covid-19, fuimos el último equipo de rugby en volver a entrenar. Y esa palabra: resiliencia, ese salir adelante, fue nuestro caballito de batalla para decirles: “nos ha costado mucho, nos cuesta mucho, no comemos bien de repente, nos faltan muchas cosas, pero somos de los mejores. Estamos ahí en los top y nos respetan por eso. Entonces, a los muchachos les digo siempre: “si luchas tanto por el rugby, lucha por la vida, lucha por lo que quieres”.

Y como mencionaba: resiliencia. Esa es la palabra más importante, porque nos ha costado todo mucho y en variados ámbitos: deportivo, económico y valórico también. Los chicos perdieron mucho con la pandemia. Con ellos hemos estado trabajando más que me nada, con harto cariño y amor.

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